miércoles, 26 de febrero de 2014

Publicidad: la importancia de llamarse… no importa

El último anuncio de vomistar en España (uy! me he equivocado al poner el enlace, ha sido sin querer, no lo sigan) hay que admitirlo, aunque nos duela en el alma, tiene su aquel (para algo se gastan tantos millones en publicidad, si de cada 3 anuncios que emiten en televisión 4 son de telefónica o alguno de sus esbirros). El comercial trata de un jovenzuelo que ha formado un grupo de música con 2 amiguetes (empeñados en contar diferentes versiones de una misma cita -¿será que uno se bebe hasta el agua de los ceniceros y el otro es abstemio?-), su madre (que lo llama cada 5 minutos para decirle que se abrigue -y eso que trabaja en un chiringuito de la playa-), su ex (que ahora lo cree su confesor -que ricura, además de fea, pesada; asume que te ha dejado y deja ya de contarle tus penas!-) y su novia (que quiere saber donde está en cada instante -no creo que le moleste ni eso, ni que le huelan los pies, ni nada de nada-). A mi me llaman la atención éstas dos últimas, la ex (¿blusón? blanco inclasificable) y la novia (vestidito azul monísimo).

Movistar se ha tenido que dar cuenta que ahora medio planeta Tierra (el hemisferio norte para ser más exactos) está depresivo con la primavera, entonces que nada mejor que lanzar un mensaje optimista: Por muy mal que vayan las cosas todo puede mejorar, simbolizado en estas dos chicas, el pasado, la cara estreñida (me resevo adjetivos malsonantes, pues puede que estén leyendo este artículo en horario infantil, y a esas horas no se pueden decir palabrotas); y el futuro, la boquita de piñón (que con esa cara, como diría un albañil, debe mear channel nº 5 por lo menos). Si el alelado protagonista ha redecorado su vida de forma tan colosal, y no ha ido a ikea, cualquiera puede.

Que nadie se escandalice por mis palabras (no dudo que mis lectoras sabrán leer entre lineas este artículo), todos somos mayorcitos, y ya hace años que descubrimos 10 cosas: que los reyes magos son los padres, y que eso de que la belleza está en el interior es un mentirijilla piadosa que nos cuentan a los feos cuando somos pequeños para hacernos la vida mas llevadera. (por cierto, el 10 anterior está en binario). Todo lo que cuento es para que reflexionemos unos segundos sobre la importancia exagerada de la belleza hoy día, y de algo peor, que es que no podemos luchar contra ello. Me explico con un ejemplo (respondan con sinceridad, machotes que leen este blog): imaginen que te llevan a Marte con el objetivo de poblar dicho planeta durante 50 años, y te dan a elegir la que será tu compañera durante ese periodo, entre la amorfa del cuello torcido, o la leona de mirada “no me vas a durar dos asaltos”. De la primera te cuentan que se llama Eufrasia, que es superinteligente, muy divertida y que siempre tiene algo interesante que contar, además tiene nociones avanzadas de medicina, cocina, supervivencia, y un largo etcétera. (añaden que es virgen y muy fértil). De la segunda te dicen que se llama… Realmente nadie acaba escuchando el nombre, nada mas ver la foto ya todos hubieramos dicho: va a ser que me quedo con ésta. Evidentemente para no parecer seres tan despreciables lo adornariamos con rebuscadas explicaciones del tipo: “la Eufrasia debe ser una chica genial, una bellísima persona, una amiga de esas que siempre puedes contar con ella y para toda la vida… pero para algo así mi sexto sentido me dice que mejor con la… uy… ¿como has dicho que se llamaba?”. Ya claro, tu sexto sentido, ahora lo llaman así. En verdad sabemos que somos idiotas perdidos, pero no podemos luchar contra algo así, nos supera. Y es que el influjo de la belleza hace que muchas veces, inconscientemente, otorguemos de entrada cualidades positivas a las personas guapas y negativas a las feas sin siquiera haber tenido trato con ellas. O peor aún: que seamos más agradables, más simpáticos, más generosos, mejores personas con unos que con otros. Realmente terrible y turbador.

Nota final: mis disculpas a la chica del vestido azul por si he dicho algo que la pudiera ofender. ;-)

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